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“Fuimos un producto de la década del 60´, y con ella
acabamos también nosotros”

J. Lennon





La meteórica e imprevisible carrera de los Beatles, desde fines de 1962 hasta su separación en 1970, los coloca en el lugar de verdaderos conductores de la metamorfosis estética que sufre la música popular durante el siglo XX.

Sus cuatro componentes definitivos: John Lennon (1940-1980), Paul Mc McCartney (1942), George Harrison (1943-2001) y Ringo Starr (Richard Starkey- 1940) nacen durante la segunda Guerra mundial (especialmente J. Lennon y R. Starr, en medio de bombardeos de las tropas alemanas) en Liverpool, una ciudad al noroeste de Inglaterra. Pero fundamentalmente un puerto. Una boca de entrada y salida a América. Desde los EEUU llegaban los sonidos del rock & roll de Elvis Presley, Chuck Berry, Little Richard, el rhythm & blues del movimiento negro, a través de Fat´s Domino, Smokey Robinson, The Miracles y Ray Charles, entre otros.

John Lennon funda The Quarrymen en 1956, influenciado por el skiffle, una música popular norteamericana muy famosa entonces en Inglaterra, un estilo rítmico y simple formado con influencias del folk, el country y el jazz. En julio de 1957 conoce a Paul McCartney y allí se gestará una sociedad de compositores que irá transformando y liderando buena parte del cauce musical de la década del 60.

La trayectoria que describe la carrera de los Beatles, vista a través de los parámetros y elementos que configuraron su música, puede ser graficado como una parábola. Una forma arco, partiendo del año 1962 (el 5 de octubre sale su primer single “Love Me Do”) hasta 1970 (el 8 de Mayo se edita Let It Be, su último álbum).

El grupo que nace como una banda de rock & roll sale al mundo desde un sótano, The Cavern, desde donde se hacen famosos en Liverpool, y culmina en una terraza, la de las oficinas de Apple, en su última aparición física, en enero de 1969. Ese ascenso marca el ámbito a partir del cual va a resultar imposible seguir evolucionando en esa dirección: habían hecho pasar toda la música por el cuello de una botella, habían condensado toda la información suficiente y necesaria en un total de 10 ½ horas de grabación, para que en los años 70 diferentes propuestas musicales se expandieran en diferentes direcciones.

Entre los años 1960 y 1962 los Beatles viajaron en cinco oportunidades a la ciudad de Hamburgo, contratados para tocar en night clubs (como era costumbre con músicos de Liverpool) en donde luego de sesiones de 8 a 10 horas por día, terminaron de sellar lo que será el estilo de su primera etapa: un rock & roll agresivo y directo, coloquial, para mantener el interés del público, pero también canciones con ritmos latinos, (Paul McCartney cantaba Bésame Mucho), versiones de clásicos del rhythm & blues y los primeros intentos compositivos de Lennon-McCartney.

En ese arco que describe la evolución del grupo, podemos configurar tres etapas, delimitadas por la aparición de algunos álbumes claves, desde los cuales se imprime un cambio de sonido y de posicionamiento en su música.

El primer LP de los Beatles fue grabado en una sola sesión, el 11 de Febrero de 1963. (cuatro canciones ya habían sido registradas previamente para ser editadas en singles). George Martin, productor de la grabación, dijo “todo cuanto hicimos fue reproducir la actuación del Cavern en la relativa tranquilidad del estudio”.

Eso muestra cual era, en principio, el objetivo: un sonido en vivo, simple y claro, para “mover” al oyente, para atraparlo. Un estilo conformado por el rock & roll pero fuertemente influenciado por las armonías vocales del rhythm & blues y por artistas como The Everly Brothers, Buddy Holly, The Coasters, Gene Vincent, más el sonido Mersey, propio de Liverpool. No debemos dejar de lado que el rock & roll era originalmente un fenómeno nacido en Norteamérica, mientras los Beatles eran ingleses, con otra forma de llevar la rítmica, otra pronunciación en las inflexiones vocales, una herencia propiamente europea (la ópera, el vodevil) y con un potencial creativo propio, ignorado hasta ese momento, por el mundo y hasta por ellos mismos, pero que ya empezaba a mostrar algunas peculiaridades.

Esta primera sección de su derrotero abarca el período 1962-1965. Incluye los LP: Please Please Me (1963), With The Beatles (1963), A Hard Days Night (1964, incluye la banda de sonido del film del mismo nombre), For Sale (1964) y Help (1965, incluye la banda de sonido del film, también de igual nombre). A eso se agregan los singles (simples) de dos canciones, y algunos EP (extended play) con cuatro canciones, editados entre los LP, a veces con canciones no incluidas en éstos.

Además de las características citadas, en esta etapa se va forjando el “sonido Beatle”: ese impulso contagioso, rítmicamente excitante, con melodías simples, de cierto aire infantil (recuerda el perfil melódico de algunos lieder de Schubert, como también de la música celta) con armonías vocales trabajadas al detalle, aprovechando los compatibles timbres de las voces de Lennon y McCartney, más el agregado de Harrison. Esa alquimia especial, al decir de G. Martin: “…era una hermandad. En realidad, era como un fuerte inexpugnable de cuatro esquinas. Nadie lograba penetrar en aquel fuerte una vez que se hubieran reunido los cuatro, ni siquiera Brian Epstein (su manager) o yo. No formábamos parte de aquello. Habían estado juntos en las buenas y en las malas: la locura de su ascenso meteórico y eso solo les ocurrió a ellos… A veces los acompañé en las giras y su fama los convertía en prisioneros. En aquella época, sólo se tenían a sí mismos para apoyarse y consolarse y por ello poseían una capacidad de comprensión y una especie de telepatía, una energía casi cinética tal que cuando estaban juntos parecían pertenecer a otra dimensión”.

Desde allí conquistaron, primeramente, Inglaterra, luego Europa y finalmente, en 1964 a los Estados Unidos, convirtiéndose en líderes indiscutidos de la música de rock y pop de la década.

En cada álbum marcaban el camino: nuevos sonidos para las guitarras, nuevas formas de desarrollar la composición de un tema, diferentes arreglos instrumentales (escuchar la evolución de las líneas del bajo de Mc McCartney) y en general la innovación constante y el deseo irrefrenable de ir siempre un paso más allá, fue la marca de esos años. El grito de "yeah yeah”, los aullidos y las letras de amor de las canciones, dirigidas a un público igual a ellos, hizo que la calidad de sus trabajos tuvieran a la vez una inmensa popularidad.

Cuando en diciembre de 1965 se edita Rubber Soul, entramos en la segunda etapa Beatle: el trabajo compositivo y la elaboración de las canciones se va complejizando: la incesante búsqueda tímbrica (uno de sus mayores aciertos) prolifera a través de la incorporación de instrumentos no usados en grupos de rock (el sitar, instrumento hindú, también habían usado un cuarteto de cuerdas en “Yesterday”, del álbum Help), y el uso no convencional de los instrumentos usados hasta el momento.

Cada álbum lleva un concepto propio. Un sonido que le es característico (en general, en esa época, un LP era la inclusión de dos o tres temas exitosos y los restantes operaban como “relleno”, sin una coherencia estilística entre ellos).

A esta altura también empiezan a hacerse evidente las ocultas influencias de la música celta (ver “Norwegian Wood”) y clásica (“In my Life”, con su famoso solo de piano al estilo barroco).

Las letras se apartan de la historia romántica y toman un cariz personal y a veces introvertido, producto de la influencia de Bob Dylan sobre Lennon.

En este ciclo, que abarcará además los LP Revolver (1966) y La Banda del Club de los Corazones Solitarios del Sargento Pepper (1967, su obra maestra), muestra, junto con la coincidencia del “flower power”, las lecturas de los poetas surrealistas, el movimiento hippie, el arte pop y la influencia de la filosofía oriental, la apuesta máxima de su etapa creativa.

En agosto de 1966 el grupo ofrece su última presentación en concierto: habían nacido como banda de rock en escenarios y ahora se encontraban ante el hecho de no poder ya hacer oír su material a un público que aullaba desenfrenadamente en cada presentación, impidiendo escuchar hasta a los mismos músicos, y además las canciones compuestas en esos tiempos no podían interpretarse en vivo debido a su complejidad y la sofisticación técnica que demandaban.

Ya entonces, recluidos en el estudio, comienzan a profundizar definitivamente en su trabajo compositivo y la forma de grabarlo.

Aquí se despliegan recursos de la más variada procedencia: desde trabajos con música electrónica, modificación de las condiciones acústicas en el estudio de grabación, hasta llegar a soluciones a veces impensadas, integrando procesos de alta elaboración técnica con inspiración momentánea, lisa y llana, para concluir en un sonido altamente complejo pero nunca exento de espontaneidad y frescura, lo que fue una característica de toda su producción.

Este es el momento en que su música alcanza la máxima expresión creativa: sin aullidos ni gritos, ni más “yeah yeah”, con menos humor que en los primeros tiempos, y una distancia más apreciable entre el concepto, la forma e interpretación que adoptaban las canciones y el público que las recibía.

El citado álbum “Sgt Pepper” es un verdadero collage: cada tema representa, con un colorido distinto, una escena, un personaje, una historia (al estilo, en otro lenguaje, de “Cuadros de una Exposición”, de M. Mussorsky, obra sinfónica compuesta en 1874).

La apuesta incluyó una orquesta sinfónica, un grupo de músicos hindúes, músicos de jazz y un intrincado trabajo de estudio para darle forma. (Hacemos notar que los temas “Strawberry Field Forever” y “Penny Lane”, aparecidos en un simple, estaban pensados para ese álbum y luego salieron anticipadamente).

La canción final “A Day in the Life” puede representar el punto máximo alcanzado en esos tiempos: posiblemente ese final, donde la orquesta alcanza una nota culminante luego de un largo ascenso, para desplomarse luego en un largo acorde (ejecutado en tres pianos simultáneamente), marque el principio del fin de toda esta época multicolor y psicodélica, para irse despidiendo con “Magical Mystery Tour”, un film para televisión y entrar en una fase de madurez, que puede leerse como un lento retorno hacia sus orígenes.

La etapa final incluye los álbumes “Yellow Submarine” (sólo algunos temas nuevos y música instrumental, para el film homónimo), “The Beatles” (álbum doble) Let it Be y Abbey Road.

El álbum doble se presentaba con la portada totalmente blanca, único color con el que se podía volver a cero, resetear de alguna forma toda la carga acumulada, imposible ya de ser conducida más allá.

El estilo maduro y solvente, producto y síntesis de todo lo explorado, lo experimentado, amalgama de todas corrientes voluntarias e involuntarias por las que habían sido atravesados, iba de la mano con la profundización de las desavenencias entre ellos: consecuencia del desgaste natural, cuestiones afectivas personales y síntomas de un ciclo que inevitablemente debía concluir.
A pesar de los esfuerzos de McCartney por elaborar lo que se llamó el “proyecto Get Back”, es decir, la vuelta a los orígenes, la historia no tendría vuelta: el canto del cisne fue Abbey Road, el último LP grabado por los cuatro.

Let it Be, que originalmente iba a ser Get Back, muestra finalmente en la terraza a unos Beatles otra vez frente (o arriba) de un público que miraba estupefacto, mientras la policía interrumpía su última presentación pública.

El sonido despojado, sin tecnicismos de estudio, sin “laboratorio”, recurriendo, entre los ensayos documentados en el film, a canciones de sus primeras épocas, a Bésame Mucho, al rhythm & blues, al rock puro de aquellos años, a los gritos, al humor y al contacto con la gente, ahora portaba toda la carga histórica, estaba filtrado por todo lo pasado. (Lennon diría: “al fin de cuentas siempre fuimos un grupo de rock & roll”). Tenía razón, pero el viaje del cual habían regresado no sería en vano: la década del 70 se abría con una multiplicidad de estilos y formas. Algunos grupos más directamente o más tangencialmente otros, iban a llevar sus propuestas estéticas, formales, tímbricas, melódicas y rítmicas hasta lugares impensados.

Pero ahí ya comienza otra historia.

 
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