¿Una
trama barroca?
En este último film, Christopher Nolan parece haber
decidido conjugar en una historia varios motivos argumentales
que no suelen aparecer en una misma narración:
una historia de corte policial asociada a las grandes
corporaciones, otra vinculada a los sueños y el
modo en que se los puede utilizar, un thriller al mejor
estilo James Bond, y un drama familiar; con el objeto
de demostrar que la acción puede convivir perfectamente
con una historia inteligente.
La trama resulta así altamente compleja, puesto
que no sólo combina citas de otras artes sino que
plantea varias líneas narrativas vinculadas a los
cuatro niveles de sueño que la película
despliega. Además, en los treinta primeros minutos,
se dan una serie de reglas como orientación para
el desarrollo del film que exige mucha atención.
El riesgo que señalan algunos críticos es
que el espectador termine enredado en una trama demasiado
densa y que, aburrido o abrumado, abandone la sala a mitad
de la película.
Si bien es cierto que la trama es compleja, parece que
esta complejidad viene a hacer “ruido” con
la más ramplona simplicidad a la que nos tienen
acostumbrados la inmensa mayoría de las películas
que transitan las salas de exhibición. A propósito
de esto, también se acusa a la película
de “barroca”. Entiendo que el adjetivo está
correctamente utilizado, pero lejos me parece que haya
que pensarlo como un insulto, dado el contexto de un cine
desguazado por efectos especiales que buscan reemplazar
cualquier falta de lucidez en el guión por esos
trucajes ya rutinarios. Lo “barroco”, nunca
lo olvidemos, señala particularmente un período
de florecimiento tanto de la literatura, la pintura o
la música (hablamos de obras tales como el Quijote,
Las Meninas o las composiciones de Bach), y en cierta
forma, nuestro tiempo es barroco. ¿Por qué
razón iba a elegirse una trama simple para representar
una época tan compleja como la que nos toca vivir?
¿No será que aquella simplicidad forma parte
de ese cine standard en el que todos los films son iguales,
y se enmascaran con diferencias superficiales simulando
una singularidad que no poseen, para que un espectador
domesticado los acepte como novedad sin percibir nunca
su mismidad?
Es cierto que la trama es exigente con el espectador y
que lo obliga a una atención máxima durante
las más de dos horas que dura la película,
aunque también es cierto que hace algunos años
atrás, existió un cine complejo que los
espectadores aceptaban sin tantos remilgos. ¿Acaso
no se hablaba de lo neobarroco en films como Brazil o
Blade Runner?
La vida es sueño
Inception (El origen). Doy el título en inglés,
porque así se llama la empresa para la que trabaja
Cobb (Leonardo Di Caprio); quien originalmente se ocupa
de “robar” secretos que guardan ciertos
empresarios que representan grandes corporaciones. Así,
esta historia parte de una actividad que resulta más
o menos conocida para Cobb y su grupo para adentrarse
en otro campo, el de insertar una idea, no ya robarla.
Que hay más poderoso
que una bacteria o un virus, pregunta Cobb, una
idea, concluye. En el proyecto de Nolan aparecen
los sueños como idea central en el film:
Será una película
de acción narrada a gran escala por un personaje
interpretado por Leonardo Di Caprio, quien dirige a
un equipo de personas que tienen acceso a una tecnología
que les permite entrar en las mentes de las personas
a través de sus sueños.
El montaje destaca esta diferencia entre la práctica
habitual de “robar” secretos a través
de los sueños e insertar ideas mediante un parlamento
del principio, que pronuncia Cobb, el protagonista:
Las imágenes comenzaban con Di Caprio amartillando
un arma de fuego y su voz en off diciendo: “Hay
una cosa que deben saber sobre mí. El origen
es una idea que es como un virus, es altamente contagiosa.
La pequeña semilla de una idea puede llegar a
definir o destruir”. Para
luego agregar: “Porque
yo soy el mejor extractor”.
El film no cesa de especificar en qué sentido
trata con los sueños:
Los sueños son una
sensación verdadera mientras estamos en ellos,
sólo cuando nos despertamos nos damos cuenta
de la realidad”. Entonces
Leo le dice a alguien:
“Nos especializamos en un tipo muy específico
de seguridad, la seguridad subconsciente”.
Existen reglas que hay que respetar al ingresar al sueño
de otro, como por ejemplo llevar un objeto oculto que
sirve para andar por el sueño sin ser percibido
como extraño, o nunca representar íntegramente
espacios familiares, ya que podría terminar confundiéndose
el sueño con la realidad, el que muere en el
sueño despierta, a menos que utilice poderosos
somníferos, entonces va al Limbo.
Es necesario saber también, que los sueños
multiplican el tiempo de la vigilia: así cinco
minutos de vigilia se trasforman en una hora en el sueño.
Se utiliza una melodía como aviso de que el tiempo
se está acabando. Nolan elige el tema cantado
por Edith Piaff, Non, je
ne regrette rien (No, nada de nada), que parece
ilustrar la vida privada de Cobb.
Como el plan de inserción de una idea en Fisher,
el hijo de un magnate moribundo, requiere de una sofisticada
trama de sueños concéntricos, los hombres
de Cobb, con Saito (Ken Watanabe) incluido y el mentado
Fisher, abordan un vuelo privado cuyas diez horas de
duración servirán para llevar adelante
el plan: en principio crear tres niveles de sueño
en los que se irá ganando la confianza de Fisher,
hasta que éste dé con su padre moribundo
y allí se consiga insertar la idea. Pero las
cosas no salen como se preveía y Cobb debe crear
un cuarto nivel. El elemento común a todos los
niveles es el agua, que representa el inconsciente:
en el primer nivel está lloviendo, en el segundo,
que transcurre en un hotel lujoso, aparece una lluvia
misteriosa que proviene del primer nivel, el tercero
es un paisaje nevado y en el cuarto también se
desata una tormenta.
En el plano personal, Cobb ha perdido a su mujer, que
aparece recurrentemente en sus sueños. Le resulta
difícil despegarse de esa imagen que lo tienta
a quedarse con ella una y otra vez en varios momentos
de la película. Poco a poco la trama va combinando
el aspecto profesional con el personal hasta imbricarlos.
Cobb contrata a Ariadne y la adiestra para su nuevo
trabajo, entre otras cosas le dice que las
estructuras arquitectónicas tienen que ser lo
suficientemente complejas para poder escondernos en
ellas. Aquí, Nolan asocia sueño
y laberinto y cobra sentido el nombre de su ayudante,
aquella que en el mito era hermanastra del Minotauro.
Ariadne, una discípula de su padre, es la diseñadora
de los sueños en los que se conseguirá
la confianza de Fisher. Ella se va involucrando también
en los sueños privados de Cobb hasta que llega
a ser su conciencia haciéndole ver que su mujer
es ya sólo una imagen onírica, su muerte
es irreversible.
Finalmente para un grupo de viejos olvidados en Mombasa,
que asisten a sesiones de dieciocho horas narcotizados,
el sueño se ha convertido en su nueva realidad,
ellos vienen acá
a despertar, dice el cuidador del lugar.
Una multiplicidad de pretextos
Como Matrix, Inception hace gala de una multiplicidad
de pretextos y de citas que se disponen de diversa manera
dentro del film. Para relevarlos vamos a establecer
un orden:
a. En cuanto a los textos
literarios que tienen una presencia directa en la película,
hay que mencionar en primer lugar Ruinas
circulares de Jorge Luis Borges, también
el relato borgeano plantea juegos concéntricos
de sueños en los que los soñadores descubren
a su vez que son soñados por otros. Tal idea
tiene su origen en el mito hindú según
el cual, el mundo es producto del sueño de Shiva,
y éste, del sueño de Vishnú.
Otra cita directa es la de La
Odisea de Homero, Cobb va a aceptar este trabajo
para volver a su hogar, esta idea de la vuelta diferida,
junto con la de la espera de la imagen onírica
de su mujer, nos recuerda respectivamente el deseo de
Ulises de retornar a su patria y la tensa espera de
Penélope, que se niega a creerlo muerto (con
la salvedad que aquí, los papeles aparecen invertidos).
También cabría pensar en cierta influencia
del famoso auto sacramental de Calderón de la
Barca, La vida es sueño,
en relación al tema de la confusión entre
sueño y vigilia, derivada de la complejidad de
la trama en la que se conciben varios niveles de sueño
y que permanentemente acecha tanto a Cobb como al espectador
de la película.
b. En lo que se refiere
a la pintura, al principio de la película se
muestra un retrato al estilo Francis Bacon, Cobb alaba
la pintura británica contemporánea, el
cuadro parece aludir a la visión deformante o
distorsionada en los sueños.
En la referencia que realiza Arthur (Joseph Gordon-Levitt)
a Ariadne (Ellen Page) sobre la utilización de
diseños paradójicos, como las escaleras
dispuestas en segmentos perpendiculares que no ascienden,
se cita un grabado de Escher, Ascendiendo
y descendiendo; mientras que en la escena en
la que Cobb adiestra a Ariadne para que aprenda a circular
en sueños ajenos, y ésta combina el plano
de la ciudad imaginaria sobreimprimiéndole encima
simétricamente la otra parte de la ciudad, termina
deconstruyendo, los valores espaciales, tal y como lo
hace Escher en Relatividad.
Finalmente, en el cuarto nivel de sueño, se muestra
una ciudad que parece prolongarse indefinidamente y
en la cual resulta casi imposible ubicarse, esta idea
de espacios arquitectónicos interminables, fue
concebida hacia el siglo XVIII por el grabador italiano
Piranesi.
c. La película además,
posee una importante cantidad de citas cinematográficas,
que han influido tanto en el diseño de imagen
como en la concepción narrativa o la construcción
de personajes.
Matrix parece en
principio la cita más evidente, por el hecho
de plantear un orbe alternativo al mundo real, al que
los personajes se conectan mediante una máquina.
Tanto en Matrix como en
Inception aparece el espejo como procedimiento emblemático
de la representación del mundo real respecto
del otro mundo (ya sea el de la
Matrix como el del los sueños). También
la necesidad de seguir una serie de reglas cuando se
discurre por esos mundos es una idea común a
ambas películas.
Nolan ha confesado que el thriller, lo que Ricardo Piglia
llamaba ficción paranoica, está sacado
de las películas de James
Bond, que el director admiraba en su niñez.
Las escenas de acción pueden retrotraernos a
ese tipo de películas.
En el segundo nivel del sueño, cuando Arthur
debe controlar a los que duermen e ingresaron al tercero,
hay una serie de secuencias en la que todos aparecen
flotando, de la misma manera que el astronauta de 2001,
odisea del espacio, de Stanley Kubrick, cuando
desconecta a la computadora Hal 9000.
En El año pasado
en Marienbad Alain Resnais, combinaba también
realidad y sueños en la historia de una pareja,
por lo que resulta una clara influencia de lo que ocurre
entre Cobb y su mujer.
El carácter global y multicultural que presenta
la película, discurre por ciudades tan disímiles
como Nueva York, Mombasa, Londres y alguna ciudad oriental,
recuerda la manera en que Blade
Runner ya había concebido estas características
en la ciudad de Los Ángeles en el año
2019.
El negocio de los sueños
Con la esperanza de que Nolan no esté también
en este caso llevando a cabo una profecía autocumplida,
su película podría ser vista como una
premonición de lo que pueden llegar a manejar
los grandes trust mundiales en un futuro no muy lejano.
Lo cierto es que en Inception el poder de las corporaciones
parece residir en su capacidad de penetración
en las visiones nocturnas de sus competidores. El neocapitalismo
ha alcanzado por fin esa meta que parecía imposible:
es capaz de manipular los sueños ajenos. Para
esa operación hace falta un buen extractor, y
Cobb es de los mejores.
Lo que hasta nuestros días es exclusivo de nuestra
intimidad: el modo en que funciona nuestro cerebro por
las noches, en el mundo que pergenia Nolan se ha convertido
en el servicio más importante y rentable para
cualquier corporación. El sistema ha llegado
entonces a entrometerse en lo más íntimo
de un hombre: sus sueños, sus temores y deseos.
Si se trata de un negocio, no es uno cualquiera, quiero
decir, sólo unos pocos se atreven a arriesgar
su propio inconciente en función de obtener beneficios
para una megaempresa, sin recompensa, sin reglas, inmersos
todos en esa amoralidad regida exclusivamente por la
renta efectiva, este era el negocio que faltaba, el
negocio de los sueños.
Pero, ¿qué se ha hecho de la realidad?,
¿por qué historias como Matrix o Inception
han optado por ese otro mundo alternativo al real? ¿Acaso
la realidad se ha vuelto un desierto, o es que el cerebro
participa cada vez más de lo que antaño
era competencia del cuerpo? Estamos asistiendo a un
cine de ciencia ficción que casi ha abandonado
definitivamente la épica astronáutica
para sumergirse en nuevas problemáticas, más
cercanas a la globalización y al control desde
la tecnología. Estos relatos entablan un diálogo
posible con una sociedad en la que todos empecemos a
introyectarnos en un mundo virtual u onírico,
mientras unos pocos controlan el funcionamiento de las
máquinas.
Sin embargo Inception continúa siendo una película
de Hollywood, quiero decir, si bien posee un guión
formidable, una historia magistralmente contada, sigue
frecuentando ese repertorio hollywoodense de imágenes
que, de algún modo, ya conocemos, es concesiva
en cuanto a las secuencias de acción que el gran
público está esperando, Incepción
es una excelente narración cinematográfica,
pero le falta poesía.
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