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Perdidos en la traducción
Por Yago Franco
 
 

 

 
 
Paul Delvaux (1897-1994)
El negocio
de los sueños
(Sobre Inception de Christopher Nolan)
Por Maximiliano González Jewkes
Profesor en letras. Escritor.
maxigonje@yahoo.com.ar
 
¿Una trama barroca?

En este último film, Christopher Nolan parece haber decidido conjugar en una historia varios motivos argumentales que no suelen aparecer en una misma narración: una historia de corte policial asociada a las grandes corporaciones, otra vinculada a los sueños y el modo en que se los puede utilizar, un thriller al mejor estilo James Bond, y un drama familiar; con el objeto de demostrar que la acción puede convivir perfectamente con una historia inteligente.

La trama resulta así altamente compleja, puesto que no sólo combina citas de otras artes sino que plantea varias líneas narrativas vinculadas a los cuatro niveles de sueño que la película despliega. Además, en los treinta primeros minutos, se dan una serie de reglas como orientación para el desarrollo del film que exige mucha atención. El riesgo que señalan algunos críticos es que el espectador termine enredado en una trama demasiado densa y que, aburrido o abrumado, abandone la sala a mitad de la película.

Si bien es cierto que la trama es compleja, parece que esta complejidad viene a hacer “ruido” con la más ramplona simplicidad a la que nos tienen acostumbrados la inmensa mayoría de las películas que transitan las salas de exhibición. A propósito de esto, también se acusa a la película de “barroca”. Entiendo que el adjetivo está correctamente utilizado, pero lejos me parece que haya que pensarlo como un insulto, dado el contexto de un cine desguazado por efectos especiales que buscan reemplazar cualquier falta de lucidez en el guión por esos trucajes ya rutinarios. Lo “barroco”, nunca lo olvidemos, señala particularmente un período de florecimiento tanto de la literatura, la pintura o la música (hablamos de obras tales como el Quijote, Las Meninas o las composiciones de Bach), y en cierta forma, nuestro tiempo es barroco. ¿Por qué razón iba a elegirse una trama simple para representar una época tan compleja como la que nos toca vivir? ¿No será que aquella simplicidad forma parte de ese cine standard en el que todos los films son iguales, y se enmascaran con diferencias superficiales simulando una singularidad que no poseen, para que un espectador domesticado los acepte como novedad sin percibir nunca su mismidad?

Es cierto que la trama es exigente con el espectador y que lo obliga a una atención máxima durante las más de dos horas que dura la película, aunque también es cierto que hace algunos años atrás, existió un cine complejo que los espectadores aceptaban sin tantos remilgos. ¿Acaso no se hablaba de lo neobarroco en films como Brazil o Blade Runner?


La vida es sueño

Inception (El origen). Doy el título en inglés, porque así se llama la empresa para la que trabaja Cobb (Leonardo Di Caprio); quien originalmente se ocupa de “robar” secretos que guardan ciertos empresarios que representan grandes corporaciones. Así, esta historia parte de una actividad que resulta más o menos conocida para Cobb y su grupo para adentrarse en otro campo, el de insertar una idea, no ya robarla. Que hay más poderoso que una bacteria o un virus, pregunta Cobb, una idea, concluye. En el proyecto de Nolan aparecen los sueños como idea central en el film:

Será una película de acción narrada a gran escala por un personaje interpretado por Leonardo Di Caprio, quien dirige a un equipo de personas que tienen acceso a una tecnología que les permite entrar en las mentes de las personas a través de sus sueños.

El montaje destaca esta diferencia entre la práctica habitual de “robar” secretos a través de los sueños e insertar ideas mediante un parlamento del principio, que pronuncia Cobb, el protagonista:

Las imágenes comenzaban con Di Caprio amartillando un arma de fuego y su voz en off diciendo: “Hay una cosa que deben saber sobre mí. El origen es una idea que es como un virus, es altamente contagiosa. La pequeña semilla de una idea puede llegar a definir o destruir”. Para luego agregar: “Porque yo soy el mejor extractor”.

El film no cesa de especificar en qué sentido trata con los sueños:

Los sueños son una sensación verdadera mientras estamos en ellos, sólo cuando nos despertamos nos damos cuenta de la realidad”. Entonces Leo le dice a alguien: “Nos especializamos en un tipo muy específico de seguridad, la seguridad subconsciente”.

Existen reglas que hay que respetar al ingresar al sueño de otro, como por ejemplo llevar un objeto oculto que sirve para andar por el sueño sin ser percibido como extraño, o nunca representar íntegramente espacios familiares, ya que podría terminar confundiéndose el sueño con la realidad, el que muere en el sueño despierta, a menos que utilice poderosos somníferos, entonces va al Limbo.

Es necesario saber también, que los sueños multiplican el tiempo de la vigilia: así cinco minutos de vigilia se trasforman en una hora en el sueño. Se utiliza una melodía como aviso de que el tiempo se está acabando. Nolan elige el tema cantado por Edith Piaff, Non, je ne regrette rien (No, nada de nada), que parece ilustrar la vida privada de Cobb.

Como el plan de inserción de una idea en Fisher, el hijo de un magnate moribundo, requiere de una sofisticada trama de sueños concéntricos, los hombres de Cobb, con Saito (Ken Watanabe) incluido y el mentado Fisher, abordan un vuelo privado cuyas diez horas de duración servirán para llevar adelante el plan: en principio crear tres niveles de sueño en los que se irá ganando la confianza de Fisher, hasta que éste dé con su padre moribundo y allí se consiga insertar la idea. Pero las cosas no salen como se preveía y Cobb debe crear un cuarto nivel. El elemento común a todos los niveles es el agua, que representa el inconsciente: en el primer nivel está lloviendo, en el segundo, que transcurre en un hotel lujoso, aparece una lluvia misteriosa que proviene del primer nivel, el tercero es un paisaje nevado y en el cuarto también se desata una tormenta.

En el plano personal, Cobb ha perdido a su mujer, que aparece recurrentemente en sus sueños. Le resulta difícil despegarse de esa imagen que lo tienta a quedarse con ella una y otra vez en varios momentos de la película. Poco a poco la trama va combinando el aspecto profesional con el personal hasta imbricarlos.

Cobb contrata a Ariadne y la adiestra para su nuevo trabajo, entre otras cosas le dice que las estructuras arquitectónicas tienen que ser lo suficientemente complejas para poder escondernos en ellas. Aquí, Nolan asocia sueño y laberinto y cobra sentido el nombre de su ayudante, aquella que en el mito era hermanastra del Minotauro.

Ariadne, una discípula de su padre, es la diseñadora de los sueños en los que se conseguirá la confianza de Fisher. Ella se va involucrando también en los sueños privados de Cobb hasta que llega a ser su conciencia haciéndole ver que su mujer es ya sólo una imagen onírica, su muerte es irreversible.

Finalmente para un grupo de viejos olvidados en Mombasa, que asisten a sesiones de dieciocho horas narcotizados, el sueño se ha convertido en su nueva realidad, ellos vienen acá a despertar, dice el cuidador del lugar.

Una multiplicidad de pretextos

Como Matrix, Inception hace gala de una multiplicidad de pretextos y de citas que se disponen de diversa manera dentro del film. Para relevarlos vamos a establecer un orden:

a. En cuanto a los textos literarios que tienen una presencia directa en la película, hay que mencionar en primer lugar Ruinas circulares de Jorge Luis Borges, también el relato borgeano plantea juegos concéntricos de sueños en los que los soñadores descubren a su vez que son soñados por otros. Tal idea tiene su origen en el mito hindú según el cual, el mundo es producto del sueño de Shiva, y éste, del sueño de Vishnú.

Otra cita directa es la de La Odisea de Homero, Cobb va a aceptar este trabajo para volver a su hogar, esta idea de la vuelta diferida, junto con la de la espera de la imagen onírica de su mujer, nos recuerda respectivamente el deseo de Ulises de retornar a su patria y la tensa espera de Penélope, que se niega a creerlo muerto (con la salvedad que aquí, los papeles aparecen invertidos).

También cabría pensar en cierta influencia del famoso auto sacramental de Calderón de la Barca, La vida es sueño, en relación al tema de la confusión entre sueño y vigilia, derivada de la complejidad de la trama en la que se conciben varios niveles de sueño y que permanentemente acecha tanto a Cobb como al espectador de la película.

b. En lo que se refiere a la pintura, al principio de la película se muestra un retrato al estilo Francis Bacon, Cobb alaba la pintura británica contemporánea, el cuadro parece aludir a la visión deformante o distorsionada en los sueños.

En la referencia que realiza Arthur (Joseph Gordon-Levitt) a Ariadne (Ellen Page) sobre la utilización de diseños paradójicos, como las escaleras dispuestas en segmentos perpendiculares que no ascienden, se cita un grabado de Escher, Ascendiendo y descendiendo; mientras que en la escena en la que Cobb adiestra a Ariadne para que aprenda a circular en sueños ajenos, y ésta combina el plano de la ciudad imaginaria sobreimprimiéndole encima simétricamente la otra parte de la ciudad, termina deconstruyendo, los valores espaciales, tal y como lo hace Escher en Relatividad.

Finalmente, en el cuarto nivel de sueño, se muestra una ciudad que parece prolongarse indefinidamente y en la cual resulta casi imposible ubicarse, esta idea de espacios arquitectónicos interminables, fue concebida hacia el siglo XVIII por el grabador italiano Piranesi.

c. La película además, posee una importante cantidad de citas cinematográficas, que han influido tanto en el diseño de imagen como en la concepción narrativa o la construcción de personajes.

Matrix parece en principio la cita más evidente, por el hecho de plantear un orbe alternativo al mundo real, al que los personajes se conectan mediante una máquina. Tanto en Matrix como en Inception aparece el espejo como procedimiento emblemático de la representación del mundo real respecto del otro mundo (ya sea el de la Matrix como el del los sueños). También la necesidad de seguir una serie de reglas cuando se discurre por esos mundos es una idea común a ambas películas.

Nolan ha confesado que el thriller, lo que Ricardo Piglia llamaba ficción paranoica, está sacado de las películas de James Bond, que el director admiraba en su niñez. Las escenas de acción pueden retrotraernos a ese tipo de películas.

En el segundo nivel del sueño, cuando Arthur debe controlar a los que duermen e ingresaron al tercero, hay una serie de secuencias en la que todos aparecen flotando, de la misma manera que el astronauta de 2001, odisea del espacio, de Stanley Kubrick, cuando desconecta a la computadora Hal 9000.

En El año pasado en Marienbad Alain Resnais, combinaba también realidad y sueños en la historia de una pareja, por lo que resulta una clara influencia de lo que ocurre entre Cobb y su mujer.

El carácter global y multicultural que presenta la película, discurre por ciudades tan disímiles como Nueva York, Mombasa, Londres y alguna ciudad oriental, recuerda la manera en que Blade Runner ya había concebido estas características en la ciudad de Los Ángeles en el año 2019.

El negocio de los sueños

Con la esperanza de que Nolan no esté también en este caso llevando a cabo una profecía autocumplida, su película podría ser vista como una premonición de lo que pueden llegar a manejar los grandes trust mundiales en un futuro no muy lejano. Lo cierto es que en Inception el poder de las corporaciones parece residir en su capacidad de penetración en las visiones nocturnas de sus competidores. El neocapitalismo ha alcanzado por fin esa meta que parecía imposible: es capaz de manipular los sueños ajenos. Para esa operación hace falta un buen extractor, y Cobb es de los mejores.

Lo que hasta nuestros días es exclusivo de nuestra intimidad: el modo en que funciona nuestro cerebro por las noches, en el mundo que pergenia Nolan se ha convertido en el servicio más importante y rentable para cualquier corporación. El sistema ha llegado entonces a entrometerse en lo más íntimo de un hombre: sus sueños, sus temores y deseos.

Si se trata de un negocio, no es uno cualquiera, quiero decir, sólo unos pocos se atreven a arriesgar su propio inconciente en función de obtener beneficios para una megaempresa, sin recompensa, sin reglas, inmersos todos en esa amoralidad regida exclusivamente por la renta efectiva, este era el negocio que faltaba, el negocio de los sueños.

Pero, ¿qué se ha hecho de la realidad?, ¿por qué historias como Matrix o Inception han optado por ese otro mundo alternativo al real? ¿Acaso la realidad se ha vuelto un desierto, o es que el cerebro participa cada vez más de lo que antaño era competencia del cuerpo? Estamos asistiendo a un cine de ciencia ficción que casi ha abandonado definitivamente la épica astronáutica para sumergirse en nuevas problemáticas, más cercanas a la globalización y al control desde la tecnología. Estos relatos entablan un diálogo posible con una sociedad en la que todos empecemos a introyectarnos en un mundo virtual u onírico, mientras unos pocos controlan el funcionamiento de las máquinas.

Sin embargo Inception continúa siendo una película de Hollywood, quiero decir, si bien posee un guión formidable, una historia magistralmente contada, sigue frecuentando ese repertorio hollywoodense de imágenes que, de algún modo, ya conocemos, es concesiva en cuanto a las secuencias de acción que el gran público está esperando, Incepción es una excelente narración cinematográfica, pero le falta poesía.

 
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