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La contratransferencia en el escenario psicodramático
Por Marta Carlevarino, Rosa Gremes, Silvia Huberman, María Teresa Musso y Leonel Sicardi, integrantes del Grupo Psicodramático Buenos Aires
gpbapsicodrama@yahoo.com.ar
 
“Pensar con el cuerpo, leer con los
músculos, oír con el alma”

F. Nietzsche





Introducción

El Psicodrama y la Sociometría fueron creados por Jacob Levy Moreno, pionero en la psicoterapia de grupo, quien nació en Bucarest, Rumania, en 1889. Desarrolló sus ideas en Viena en cuyos bosques reunía a los niños y les contaba cuentos, haciéndolos dramatizar los diferentes personajes. Luego emigró a EEUU donde, en su Instituto en Beacon, desarrolló el teatro espontáneo y el Psicodrama como instrumentos terapéuticos. Es importante señalar su interés por los vínculos, la espontaneidad y la creatividad, bagaje fundamental del psiquismo humano.
En la Argentina, un grupo de psicoanalistas se mostró interesado en las prácticas de Moreno; algunos de ellos viajaron a EEUU para capacitarse en Psicodrama y comenzar así el largo camino de articular los conocimientos de Grupo, Psicodrama y Psicoanálisis. ¿Se concebía un nuevo sujeto de análisis?, ¿Dejaría éste el reposo y la libre asociación del diván? Tanto en psicodrama bipersonal como en la modalidad grupal tenemos un sujeto en acción: dramatizando escenas.


El rol del coordinador y sus temores

También el terapeuta o coordinador cambia de posición. Coexisten varias transferencias en el ‘aquí y ahora’ y la lectura del drama no es sólo individual, sino que se entreteje en la producción grupal. Esta producción grupal se puede desarrollar muy adecuadamente en ámbitos hospitalarios, con las escenas de los pacientes.
A pesar de las restricciones y prohibiciones para reunirse, impuesta por la dictadura, muchos espacios grupales psicoterapéuticos y de formación se convirtieron en lugares de pensamiento y creación que contribuyeron con importantes aportes teóricos y técnicos, entre los cuales se encuentra el Psicodrama.
En el año 1979, Hernán Kesselman, Eduardo Pavlovsky y Luis Frydlewsky [1] exploraron y conceptualizaron acerca de las escenas temidas del coordinador de grupos. Nos hablan del abordaje psicodramático como de un camino que permite la movilización y la elaboración de las ansiedades no sólo de los pacientes en psicoterapia sino también de los terapeutas al interior de los equipos y en grupos de formación. Se exploran los miedos en el rol de coordinador y los mecanismos defensivos que implementa, así como la conexión de éstos con lo histórico de cada uno.
El Psicodrama permite y facilita la elaboración de estos miedos y logra un repertorio alternativo más rico, amplificado y multiplicado, para operar nuevamente en su vida profesional. A las escenas generadas en este proceso las llamamos: escenas temidas consonantes, resonantes y resultantes.
Como lo expresa Hernán Kesselman [2], la escena temida “es una estructura con todos los fantasmas, donde se proyecta la temática de la novela familiar de cada participante”.
A modo de ejemplo, en una experiencia en el Hospital de Agudos Dr. T. Alvarez, en un grupo formado por treinta profesionales grupalistas, trabajamos con escenas temidas del coordinador. En una de ellas, la dificultad consistía en que una integrante monopolizaba el espacio hablando de temas que ni siquiera eran propios, generando parálisis en la titular de la coordinación, quien se sentía atrapada en esa situación sin poder resolverla. Desplegada la escena, se trabajó en las consonancias que despertaba en la coordinadora. Se le pidió a ésta que asociara escenas de su propia historia donde el afecto predominante fuera el de parálisis. Rastreada esta escena, se la dramatizó y se pasó a investigar la resonancia grupal, lo que permitió a los integrantes del grupo asociar con escenas de su propia historia.
Volviendo a la escena original, con lo trabajado previamente y mediante diferentes técnicas (doblajes, cambio de roles, maximización), se logró una transformación en el conflicto inicial. Se resolvió, así, la situación de parálisis y se posibilitó que el grupo fluyera en su dinámica. Esta última escena es la denominada resultante.


El coordinador y su contratransferencia

Si partimos de la afirmación freudiana acerca de que “nadie puede ir más allá de lo que le permiten sus propios complejos inconscientes y resistencias internas” [3], es fundamental en nuestra práctica reconocer y trabajar la contratransferencia, siendo nuestro principal instrumento de trabajo el aparato psíquico y, por ende, el sistema representacional y las vivencias.
Lo que los pacientes de un grupo presentan como material se enlaza con experiencias recientes o arcaicas del terapeuta y esto puede establecer en él tanto una contratransferencia empática, positiva, como una contratransferencia hostil.
El bagaje que el terapeuta trae de su propio análisis, de su formación y de la experiencia de supervisión -la base triple sobre la que debe sustentarse su trabajo- determinará una mayor o menor capacidad de reconocer su contratransferencia y de no actuarla sino de servirse de ella para comprender mejor el material que surge en el grupo.
El coordinador de grupos atiende a su contratransferencia ya que, si quiere entender lo que lo moviliza, debe analizar su posicionamiento en relación con sus grupos internos. Además - gracias a lo que aporta la práctica del psicodrama - registra su propia emoción más la del o la de los protagonistas y desde ahí puede proponer el modo de abordaje técnico.
Esto está vinculado con lo que menciona E. Pavlovsky [4] cuando se refiere a los estares del coordinador: el estado molar, más analítico, que permite pensar y elaborar sobre lo que se trabaja en la escena para resolver su intervención en la misma, y el estado molecular que radica en dejarse imbuir por el clima afectivo de la escena, implicarse en la misma por un momento. Ambas posiciones alternan en un trabajo psicodramático.
Cuando nos referimos a los fenómenos de transferencia/contratransferencia, parece relevante incluir -como lo hace Rene Kaës- [5] el análisis de múltiples facetas, como las relaciones transferenciales laterales, centrales, grupales y extragrupales; así como el de las elaboraciones narcisistas ideológico-míticas de los coordinadores y su contratransferencia.
Todo ello está subsumido en su concepto de "análisis intertransferencial", que permite profundizar la comprensión de la clínica grupal y abarcar, además, los niveles de implicación, especialmente si nos situamos en la práctica hospitalaria. Consideramos que el análisis de las intertransferencias - entendidas como las problemáticas psíquicas puestas en juego entre quienes participan del dispositivo - constituye una tarea primordial para el terapeuta grupal.


El cuerpo en escena

Podemos decir que en toda escena hay un conflicto y que en toda situación conflictiva hay un relato que se expresa, que muestra lo que ocurre, con mayor o menor justeza y que otra parte está velada, latente, actuando en las sombras. No es que deliberadamente se tergiverse o se mienta sino que no se comprende lo que está oculto. El psicodrama grupal es una herramienta invalorable para que aflore aquello que no se puede articular concientemente.
Al desplegar el conflicto en escenas aparecen nuevos datos previamente ignorados - tal vez por su irrelevancia -, conexiones imprevistas entre los participantes, asociaciones con otras escenas - que se hallan entramadas con lo conflictivo -, comentarios, expresiones, gestos, que nos van colocando en el camino posible para desentrañar el verdadero motivo del conflicto.
Mediante la escucha del relato vamos caldeándonos con y en el grupo, proponiendo pequeñas escenas para investigar lo que ocurre. Mientras tanto, vamos dejando libre nuestro cuerpo en resonancia y consonancia con los otros cuerpos, a la espera de que surja algo significativo para tomarlo y llevarlo a escena. Con esto queremos decir que vamos preparando la pertinencia de focalizar el ‘allá-contigo’ para traerlo al ‘aquí-ahora-conmigo’, entre nosotros.
Las escenas, con palabras o sin ellas, poseen diversos canales de comunicación: miradas, sonidos, actos, gestos; todos ellos convocan a la mirada, a la emoción, a la evocación, en la multiplicidad de lo grupal.
Como coordinadores entramos y salimos de la escena, por momentos nos implicamos en la escena, nos acercamos a su “temperatura” y luego salimos, pensamos para seguir operando. Cuanto más abiertos estemos a la espontaneidad, más nos acercaremos a la comprensión del conflicto, más cerca de aquello velado que produce malestar y sufrimiento. La coordinación no está en posesión de ninguna verdad, está en permanente búsqueda, da curso a la novedad.
¿Cuántas veces una mano abierta o un puño cerrado expresa una contradicción con lo que se está diciendo? Cuando maximizamos un gesto, cuando pedimos que hable una parte del cuerpo, o hacemos un cambio de rol ¿no estamos, acaso, dando la oportunidad de que la conciencia se amplíe?


Pertinencia del Psicodrama

El juego del niño es la mayor expresión de la espontaneidad creadora. El psicodrama posibilita la recuperación de dicha espontaneidad a través del juego dramático, del ‘como si’ simbólico. En este ‘espacio’ lo imaginario y lo real coexisten en la escena; se recupera el contacto consigo mismo y con los demás al reencontrarse con la creatividad; surgen roles y respuestas nuevas libres de estereotipos.

Coincidimos con Olga Albizuri de García [6] en cuanto a que el sujeto, en la escena dramática, puede desarrollar su capacidad de ilusión y desplegar su omnipotencia infantil; él decide quién es, dónde está, qué hace, etc. El es el autor y actor a la vez; escribe y representa el drama, pero a condición de que todo se mantenga en esa zona de juego, en ese ‘como sí’.

Serge Lebovici [7] dice: “no sólo no hay contradicción alguna entre la práctica del psicodrama y la conducción de una cura psicoanalítica, sino que además, la psicoterapia de expresión dramática no puede ser comprendida en todos sus aspectos y en todas sus implicaciones sin usar los conceptos teóricos de la técnica psicoanalítica".

 
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Bibliografía
 
[1] Frydlewsky, L., Kesselman, H. y Pavlovsky, E. “Las escenas temidas del coordinador de grupos”, Editorial Fundamentos, Madrid (España), 1979.
[2] Kesselman, H. “La Psicoterapia Operativa. El Goce Estético en el Arte de curar”, 1999.
[3] Freud, S. “El Porvenir de la terapia psicoanalítica”, 1910
[4] Pavolvsky, E. y Kesselman. H. “Los dos estares del coordinador de grupos”
[5] Kaës, R. L’analyse Inter-transférentielle en "Decir de former et formation du savoir". Edit. Dunod. Paris, 1976.
[6] Albizuri de García, O. “Psicodrama y técnicas grupales”, comunicación personal.
[7] Lebovici, S. “Tratado de Psiquiatría del Niño y Adolescente 1”
 
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