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Octavio Paz: Entre la pasión y la reflexión
Por Héctor Freire
hectorfreire@elpsicoanalitico.com.ar
 
"No la vida eterna, sino la eterna vivacidad:
eso es lo que importa".
(F. Nietzsche)








A lo largo de más de cincuenta años de continuo ejercicio poético, el poeta Octavio Paz (Ciudad de México 31.3.1914- Ciudad de México 19.4.1998), ha tenido la necesidad de someter a revisión su poesía; este "revisionismo poético" es tanto interno como externo. En el plano externo supone la relectura, el reordenamiento y la crítica de su producción; en el interno, este mecanismo genera una serie de textos, por lo general extensos que son en realidad "metapoemas", donde la escritura de Paz se repliega sobre sí misma, como una síntesis y recuento del camino recorrido, a la vez que una pulsión para atravesar otros territorios.

Esta perspectiva no es tan sólo un punto de vista filosófico o teórico, constituye por el contrario, el impulso profundo de toda su obra poética. Frente a esa postura está la conciencia del poeta, dividida entre la abstracción y la perplejidad, entre la fascinación y la crítica. Aunque ha publicado muchos libros de ensayo, la pasión más constante y antigua de Paz ha sido siempre la poesía: "Mi primer escrito, niño aún, fue un poema; desde esos versos infantiles la poesía ha sido mi estrella fija. Nunca ha cesado de acompañarme y, cuando atravieso por períodos de esterilidad, me consuelo leyendo a mis poetas favoritos".

Creación y reflexión, vasos comunicantes, dos actividades en la obra de O. Paz, inseparables. Los poemas escritos desde la adolescencia, aunque no constituyen un diario, son huellas y, quizás, la crónica de sus días. En cambio, los ensayos han sido escritos por el poeta de un modo intermitente, no para justificar, explicar o defender su poesía. “Los escribí”, dice el propio Paz, “por una necesidad a un tiempo intelectual y vital; quise dilucidar, para mí y para otros, la naturaleza de la vocación poética y la función de la poesía en las sociedades”. Escribir es, para Paz, reescribir lo ya escrito. Un poema es la versión de otros poemas; es una creación cultural y no solamente histórica.

El tiempo de la poesía es sincrónico: un presente que es, simultáneamente, todos los tiempos. Por ello, el "estado de asombro", "el estado de inocencia" en Paz no excluye la crítica: se trata de reconciliar la razón, la reflexión, el concepto y la idea, con la pasión y la sensación. Poesía y Poética. Naturaleza y Cultura. El hombre histórico y el hombre original. Sin embargo hay una "inocencia" que Paz tiende a rehuir: el telurismo entendido como sobrecarga descriptiva, barroquismo geográfico, inventario casi interminable de elementos naturales. Por el contrario, la naturaleza en su poesía está siempre aligerada de exuberancia y pintoresquismo: bastan unos pocos elementos para hacerla presente.

Esos elementos, sin dejar de ser materiales, adquieren la jerarquía de arquetipos: el instante, el mediodía inmóvil, el agua transparente, las piedras como soles, el viento que canta, el árbol danzante, los pájaros y su escritura, la tierra seca y ardiente. Como dice Guillermo Sucre,"la Naturaleza de Paz es solar y austera. Pero sobre todo Paz ve en ella el ámbito de todas las relaciones del hombre".

En sus grandes poemas Piedra de Sol, Viento entero, Blanco, se produce una suerte de identificación entre el espacio poético de Paz y el espacio cósmico: el poema figura un movimiento que, a su vez, figura el del mundo. En el poema Viento, Agua y Piedra. dedicado a Roger Callois, del libro Arbol adentro, el poeta combina como si fuera un juego, o un arte de las variaciones, algunos de los arquetipos citados, donde el tema central es el tiempo a la vez fugitivo y estable, la intuición de un tiempo original, un "tiempo sin tiempo", o que es todo el tiempo:

El agua horada la piedra,/el viento dispersa el agua,/la piedra detiene al viento./Agua, viento, piedra./ El viento esculpe la piedra,/la piedra es copa del agua,/el agua escapa y es viento./ Piedra, viento, agua./ El viento en sus giros canta, el agua al andar murmura,/la piedra inmóvil se calla./Viento, agua, piedra./ Uno es otro y es ninguno:/entre sus nombres vacíos/ pasan y se desvanecen/ agua, piedra, viento.

Escribir es, para Octavio Paz, sólo posible como proyecto. No es el resultado de un acto, sino el acto mismo que reproduce la situación de una realidad que no es homogénea, de un tiempo que carece de centro, es decir, de una realidad que se fragmenta. Así como el hombre sólo puede reconocerse en esa fragmentación, Paz no puede escribir sino una obra fragmentaria, y creo que en ese carácter reside una de sus virtudes. No es una obra que pretende "haber llegado". Es una obra cuyo decir no es finalmente sino lo que le queda o no puede ya decir, lo indecible; sólo que es lo indecible lo que le hace decir lo que dice. En este sentido, más que una obra, es un obrar. En el poema Fábula leemos:

Todo era de todos/Todos eran todo/ Sólo había una palabra inmensa y sin revés/Palabra como un sol/Un día se rompió en fragmentos diminutos/ Son las palabras del lenguaje que hablamos/Fragmentos que nunca se unirán/Espejos rotos donde el mundo se mira destrozado
.
Según este texto, la poesía está condenada a la fragmentación irreparable, pero también está obligada a evocar La PALABRA, que era emblema de la unidad. Esa instancia no es divina, sino cósmica, por lo tanto indecible, sin embargo ella hace posible todo decir. Así, toda la obra de Paz se estructura en torno a ella: no como una presencia, sino como ausencia.

También existe una tradición literaria según la cual la autenticidad es igual a la unicidad de la experiencia personal (cuyo mejor representante es Rimbaud) combinada con el impulso existencial a "empezar de nuevo", "repensar". Incluso para Paz, la única certeza es la del cuerpo que experimenta. La experiencia es el origen de la reacción ante la poesía y de lo que, según él, la poesía puede brindarle al hombre de este siglo.

La razón de la filosofía, la coherencia lógica y todas las "claridades" y pretensiones de la tradición intelectual occidental carecen de sentido si no se corresponden con la pasión de los sentimientos, las emociones, y las sensaciones. En definitiva, con la experiencia.

Cada poema de Paz implica, de modo implícito o explícito, una determinada poética. El vínculo entre poesía y razón es evidente y consubstancial. Ocurre muy a menudo, y más a partir que Octavio Paz ha sido galardonado con el Premio Nobel de Literatura (1990), que -al pretender juzgar su obra- se acuda a establecer una suerte de visible frontera entre su "poesía" (ligada a la pasión) y su "prosa" (unida a la reflexión), favoreciendo a una en detrimento de la otra, sin faltar quienes le conceden los méritos de "buen poeta" que, sin embargo, no llega a alcanzar las excelencias del crítico.

Creo que Paz ha creado una obra en la que verso y prosa se alientan con parejo vigor poético. Las pretendidas fronteras se desvanecen ante el principio de libertad que preside, desde su raíz, ambas formas de expresión. Poemas y ensayos se dan la mano en esa zona luminosa donde la creación asoma su rostro de Jano bifronte engendrado por la cópula del pensamiento y la emoción, como "seres de deseos entre deseos de ser", "el arco y la lira","la piedra y el sol".

La poesía se parece al tiempo, dice Paz, porque es un avance y a la vez una vuelta hacia atrás, un flujo y un reflujo constantes. La poesía cambia con el tiempo pero sólo, como el tiempo, para volver al punto de partida: una constancia del pasado re-escrita desde el presente. El poema es un esfuerzo por atrapar la esencia del tiempo y fijarlo, como una señal de su paso a través de nosotros. Toda la obra de Paz es un esfuerzo en esa dirección, una síntesis de su vida y su poesía. En realidad, ese doble juego, de pasión y reflexión serena, tiende a examinar en sus poemas lo que la memoria emotiva elabora con intensidad y lo que la conciencia critica con lucidez.

 

DECIR: HACER

              A Roman Jakobson

1

Entre lo que veo y digo,
entre lo que digo y callo,
entre lo que callo y sueño,
entre lo que sueño y olvido,
la poesía.
                     Se desliza
entre el sí y el no:
                     dice
lo que callo,
                     calla
lo que digo,
                     sueña
lo que olvido.
                     No es un decir:
es un hacer.
                     Es un hacer
que es un decir.
                     La poesía
se dice y se oye:
                     es real.
y apenas digo
                     es real,
se disipa.

¿Así es más real?


2


Idea palpable,
                            palabra
impalpable:
                            la poesía
va y viene
                            entre lo que es
y lo que no es.
                            Teje reflejos
y los desteje.
                            La poesía
siembra ojos en la página,
siembra palabras en los ojos.
Los ojos hablan,
                            las palabras miran,
las miradas piensan.
                            Oír
los pensamientos,
                            ver
lo que decimos,
                            tocar
el cuerpo de la idea.
                            Los ojos
se cierran,
                            las palabras se abren.


(
del libro ÁRBOL ADENTRO
Ed. Seix Barral, 1987 Barcelona)

   
 
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