Cornelius
Castoriadis se aproxima al Psicoanálisis a
fines de la década del 50 y principios de la
del sesenta del siglo pasado. Lo hace primeramente
para elucidar cuestiones referidas a cómo se
crean una sociedad y los sujetos que la conforman,
en vistas a la elaboración de un proyecto de
transformación social. Paulatinamente él
mismo irá deviniendo psicoanalista, iniciando
su práctica como tal a mediados de la década
de los 70, siéndolo hasta su fallecimiento,
en diciembre de 1997. Un capítulo esencial
de La institución
imaginaria de la sociedad – su obra
más importante, de 1975 – es una revisión
del Psicoanálisis y – sin que el autor
se lo haya propuesto – un reposicionamiento
del mismo. Pero es, al mismo tiempo, el lugar de presentación
de conceptos nuevos, que hacen a dicho reposicionamiento:
la imaginación radical, la mónada psíquica,
la socialización de la psique, su modo de considerar
a la sublimación y a los objetos de la misma,
entre otros. Luego, en su texto El
psicoanálisis, proyecto y elucidación,
profundizará en la cuestión de la práctica
analítica.
Pienso que pueden resaltarse las siguientes cuestiones
específicamente psicoanalíticas en su
obra:
- La relativa a la imaginación radical.
- La desfuncionalización de la psique.
- La irreductibilidad e indisociabilidad de psique
y sociedad.
- La socialización de la psique y su estratificación.
- Los desarrollos referidos a la sublimación.
- Su concepción del Psicoanálisis como
actividad práctico-poiética.
- Su concepción del sujeto y su crítica
del sujeto de la falta y del lugar de ésta
en la psique.
- La crítica de la institución psicoanalítica.
- La relación entre Psicoanálisis y
Política.
- La relación entre Psicoanálisis y
Filosofía.
Su obra se desarrolla principalmente en tres dominios
(Psicoanálisis, Filosofía, Política)
y muchas veces el pasaje de uno al otro es no sólo
inevitable, sino necesario para la elucidación
del tema que se está tratando. Es lo que podríamos
denominar como la utilización del laberinto
como método.
¿Porqué
la importancia y pertinencia del pensamiento de Castoriadis
para el Psicoanálisis? Nueve respuestas posibles
[2]
I. Psicoanálisis, Filosofía,
Política. Por el entrelazamiento que
realiza del Psicoanálisis, la Filosofía,
la Política, entrelazamiento que es consecuencia
del recorrido al cual lo empuja su decisión
de llevar hasta las últimas consecuencias una
reflexión sobre el modo de ser de lo histórico-social,
de la psique, y del pensamiento. Este
recorrido y este entrelazamiento constituyen la creación
de un nuevo modo del pensamiento, una reflexión
sobre la subjetividad, y un proyecto para la sociedad.
Es un nuevo modo de pensamiento
porque postula la necesidad de edificar una
nueva lógica, denominada lógica
de los magmas, en la que confluyen, por un
lado, la lógica formal y, por el otro, aquella
que se desprende de los descubrimientos en Física
producidos a lo largo del siglo XX, ligados a la indeterminación,
a lo caótico, a lo no lineal, y también
el descubrimiento del Inconsciente, su legalidad,
su modo de ser.
Es una reflexión
sobre la subjetividad porque profundiza en
las determinaciones inconscientes e históricosociales,
postulando a la subjetividad reflexiva y deliberativa
como aquella que puede romper tanto con el cartesianismo
como con el estructuralismo: ni un sujeto de la consciencia,
ni un puro reflejo de determinaciones inconscientes
o históricosociales.
Su pensamiento sobre
la sociedad se inscribe en el proyecto de autonomía,
incluyendo en éste lo que el Psicoanálisis
permite entender sobre el modo de ser de la psique
y la sociedad. Castoriadis insistió en los
importantes aportes que el Psicoanálisis puede
hacer a la política.
II. Un pensamiento contra la
insignificancia. Porque su obra es una reacción,
una resistencia y una propuesta frente a una época
de globalización, de pérdida de proyectos
alternativos para la sociedad. En que existe una generalizada
ausencia de reflexión sobre los fines de la
vida en sociedad y sobre el sujeto - cuya muerte tantas
veces decretada éste se obstina en desmentir;
época de in-significantes propuestas de pensamiento,
que conducen a toda reflexión sobre la Educación,
la Justicia, la Economía, el Psicoanálisis,
la Política, el sujeto, etc., a una mezcla
de reiteraciones, lugares comunes, banalizaciones.
Trampa intelectual de
y para pensadores
que así contribuyen a las depredaciones múltiples
producidas por el capitalismo actual: del medio ambiente,
de la subjetividad, de la sociedad, de la economía,
del pensamiento, etc. Políticos, científicos,
filósofos, educadores, psicoanalistas: en buen
número, junto con las sociedades a las que
pertenecen, son arrastrados por el
avance de la insignificancia, al que a su vez
contribuyen.
Para Castoriadis, la historia de estos últimos
5 siglos - que coinciden con el surgimiento del capitalismo
- puede entenderse como la historia de la lucha entre
dos significaciones imaginarias
sociales. Por un lado, la
significación imaginaria del proyecto de autonomía.
Esta es aquella referida a la búsqueda
de una sociedad de iguales, centrada en la interrogación
de sus instituciones, y que se reconoce creadora de
sus propias leyes. Proyecto creado en la Grecia del
siglo V AC, que encuentra nuevo impulso en la Revolución
Francesa, en la Americana y en la emancipación
de las colonias de la América del Sur. A diferencia
de lo ocurrido en Atenas, esta vez el proyecto de
autonomía busca globalizarse. La obra de Marx
y Engels forma parte de este movimiento - no lo inaugura
- lo mismo que las luchas del proletariado de fines
del siglo XIX y buena parte del siglo XX, la Revolución
de los Soviets, la Primavera de Praga, el Mayo Francés,
el Cordobazo, el Movimiento de los Sin Tierra, el
Movimiento Zapatista de Liberación Nacional,
el movimiento antiglobalización, la revuelta
de diciembre de 2001 en Argentina, y estos últimos
meses las de Egipto, España, Wall Street, Grecia,
etc. Nótese que
todos estos movimientos implican el surgimiento de
mecanismos de democracia directa.
La otra significación, la del capitalismo,
propone un dominio absoluto (que denomina racional)
de la naturaleza y de la producción, promoviendo
el crecimiento ilimitado de las fuerzas productivas,
la acumulación, el enriquecimiento, el consumo
también ilimitado. Esto lleva a las depredaciones
citadas. Si no ha destruido lo existente hasta ahora
es porque se le opuso el otro proyecto, que consiguió
morigerarlo, a través de las conquistas de
los proletarios, las mujeres, los jóvenes,
las minorías étnicas, los movimientos
pacifistas, ecológicos, etc.
Castoriadis promueve un movimiento de re-institución
dentro del proyecto de la autonomía: de la
Política, la Filosofía, el Arte, el
Psicoanálisis, y la Educación. Dicho
proyecto - como fue mencionado - se opone a la significación
del capitalismo y a su tarea depredadora, depredación
a la que debe agregarse la del campo del sentido.
III. Crítica del “pensamiento
heredado”: el elemento imaginario. Por
la radical tarea de Castoriadis de desmontaje del
pensamiento heredado, determinista, teleológico,
anclado en la lógica aristotélica. Va
a proponer que la psique, la sociedad, la historia,
son productos de la creación humana. Creación
ex nihilo - de
la nada - pero no en la
nada; es decir, no se produce sin condicionantes
o determinaciones. Se trata de la creación
de lo radicalmente nuevo,
de creación de nuevas determinaciones, de aquello
que no puede volverse a sus condiciones de origen,
que no se encuentra contenido en las mismas, que no
existe en potencia. Esto le permite a Castoriadis
elaborar un proyecto de autonomía, para la
sociedad, la psique, el pensamiento. Porque puede
crearse lo radicalmente nuevo, entonces la psique,
la historia, la sociedad, el pensamiento, pueden dar
lugar a nuevas formas.
Esta crítica del pensamiento heredado es llevada
a cabo en su texto fundante, más profundo y
que traza las líneas de casi toda su producción
posterior: La institución
imaginaria de la sociedad, cuya tesis central
es la de la existencia del elemento
imaginario, sea en la psique - como
imaginación radical - o en la sociedad
- como imaginario social
instituyente. Así la psique, la sociedad
y la historia, son producto de la existencia de dicho
elemento, denominado imaginario
radical, que crea representaciones, afectos
y deseos - RADS - en la psique, y significaciones
imaginarias sociales - SIS - en el dominio histórico-social.
No podrá hablarse a partir de esto de un fin
trazado de antemano, sea para la psique o para la
sociedad.
III. a. La indeterminación.
Ahora bien, es necesario profundizar en la idea de
indeterminación que sostiene Castoriadis. Su
teorización, referida a la imaginación
radical o imaginación creadora, se sostiene
en la idea de indeterminación y va de la mano
de su modo de pensar el ser. No todo en el ser debe
estar determinado, para que lo nuevo pueda emerger.
La creación, a su vez, produce nuevas determinaciones.
Veamos:
Las reflexiones de Castoriadis, en lo referido a
la indeterminación, se inician en La
Institución Imaginaria de la Sociedad, y
se relacionan con la crítica
del pensamiento heredado. Crítica que
él realiza principalmente en lo referido a
las leyes de la historia expresadas en el marxismo-hegelianismo,
que no permiten plantear la cuestión de la
creación. En el
lugar de las leyes de la historia y del desarrollo
autónomo de las fuerzas de producción
o el Espíritu de la historia, Castoriadis ubicará
el elemento imaginario. Este produce el magma
de significaciones imaginarias sociales que
mantienen unida a la sociedad.
A partir de esta idea, puede sostenerse que la sociedad
no es producida por leyes de la historia o por el
desarrollo de las fuerzas productivas, o que la historia
no puede reducirse a ser la historia de la lucha de
clases. Así, pasan a ser -la sociedad y la
historia-, por un lado, un magma de sentido creado
por el imaginario del colectivo (imaginario social
instituyente) y, por el otro, deviniendo la historia
en la historia de la creación de significaciones
imaginarias sociales. Hay así una ruptura que
él hace con todo pensamiento teleológico
tanto a nivel del sujeto como de la sociedad: no hay
fin, no hay un
sentido, la historia no tiene un sentido dado de antemano.
La experiencia del Psicoanálisis permite ver
que la historia es creación y no fatalidad
y que puede tener desvíos y modificaciones.
Lo que parecían determinaciones inexorables
pueden ser relativizadas, la historización
irá de la mano de relativizar las determinaciones
y crear otras. Esto rompe con la idea de determinación
última, palmo a palmo, en el ser.
Lo que no implica sostener la inexistencia de la determinación,
sino que hay – en
lo que es - una dimensión de indeterminación,
más notoria cuanto uno más se aleja
de las ciencias llamadas duras, y que esta indeterminación
es posición de surgimiento de nuevas determinaciones.
Entonces, esta sería una idea central: la
crítica de toda idea de determinación
última.
Veamos lo que Castoriadis sostiene en un pasaje de
La institución
imaginaria de la sociedad (curiosamente al
final del libro):
“La situación filosófica y científica
presente, consecuencia directa de la actividad cognoscitiva
de los últimos 75 años, requiere imperiosamente
una reflexión acerca del modo de ser y la lógica
de la organización de los nuevos objetos que
son las partículas elementales y el campo cósmico,
la auto organización del ser vivo, el Inconciente
o el histórico social todos los cuales y cada
uno de manera diferente pero no menos cierta cuestionan
radicalmente la lógica y la ontología
heredadas” [3]
Cuestiona la determinación, lo que veíamos
antes, pero también la idea que hay sobre el
ser, la ontología, porque cuando él
insista en la idea del ser
como
caos, abismo, sin fondo, estará hablando
de un ser tanto a nivel psiquismo como a nivel de
la sociedad, como lugar de surgimiento, en tanto lugar
de creación. No está adscribiendo a
una ontología que define
precisamente lo que las cosas son, en referencia
a un ser determinado.
III. b. Lógica y ontología.
Quiero rescatar que para
Castoriadis la lógica y la ontología
heredadas son cuestionadas por la imaginación
radical. Lo que es lo mismo que decir por el
Psicoanálisis mismo y sus descubrimientos,
a partir del modo de ser de la psique que Freud va
a describir en La interpretación
de los sueños, poniendo Castoriadis
especial énfasis en el modo de ser de la representación,
creada por la imaginación radical.
Castoriadis sostendrá que si despojamos a
la representación de su capa de lógica
y de organización conjuntista e identitaria
(despojo que se produce en la asociación libre,
en el sueño, en los síntomas, en la
creación artística, en la transgresión),
lo que se desvanece y desestructura es la visión
canónica que la sociedad impone, y que es sólo
un aspecto de la
representación. Es el sentido diurno, común.
Entonces,
"Lo que en la cosa parecía pleno y determinado
se vuelve de pronto un agujero del ser, enigma indeterminado
que se nos escapa por todas partes, fascinación,
absorción, significación filosófica,
poema, o punto de partida de una cadena interminable
de exploraciones científicas no necesariamente
concordantes" [4]
“Es lo que la representación pone sobre
el tapete, y, para decirlo en términos rigurosos,
lleva a la ruina, por un lado, la tesis sobre el ser
que sirve de fundamento, de cabo a rabo, a la filosofía
greco-occidental – la del ser como determinidad
(y sus consecuencias esenciales), como uno y como
el mismo, y el mismo para todos … lo que se
da en y por la representación considerada en
sí misma es reacio a los esquemas lógicos
más elementales … mucho más que
el orden moral de la sociedad, lo que el psicoanálisis
cuestionaba profundamente era su orden lógico
y ontológico” [5]
Y en lo referido a la lógica, dirá:
“Si llegara a constituirse una nueva lógica,
su relación con la lógica identitaria
(que es la lógica aristotélica) no podría
pensarse en el marco heredado, pues no se la podría
considerar ni simplemente agregada a la lógica
identitaria, ni tampoco como una generalización
o una superación de ésta. Lo que es,
sea en la región que fuere, no puede pensarse
como caos desordenado al que la conciencia crítica
impusiera y se lo impusiera de manera impulsiva un
orden que solo tradujera sus propia legislación
o su propia arbitrariedad, ni como conjunto de cosas
nítidamente separadas en un mundo perfectamente
organizado por si mismo ni como sistema de esencias
sea cual fuera su complejidad. Lo que ‘es’
no puede ser caos absolutamente desordenado.”
[6]
Puede advertirse aquí – como a lo largo
de toda su obra – que no corresponde pensar
a Castoriadis como a alguien que pregona un postulado
de la indeterminación absoluta. No reniega
de la determinación pero la complejiza; es
como si dijera que hay dos lógicas o dos cualidades
del ser que van juntas todo el tiempo, que no se trata
de optar por una o por la otra. La lógica de
los magmas no es una lógica de la indeterminación,
sino que es una lógica que tendría que
cumplir la función de poder mantener esta tensión
constante entre lo que es determinado y lo que es
indeterminado. Sin excluirse. Insisto en que él
cuestiona un modo de pensar las cosas que está
presente en el marxismo o en el Psicoanálisis
que siempre habla de causas últimas o de un
destino ya escrito de antemano.
IV. La instancia de la subjetividad
reflexiva y deliberativa. Porque el Psicoanálisis
es pensado como praxis.
Los fines del análisis ya están implícitos
en sus medios: la asociación libre es la liberación
de la imaginación radical, separada del Yo
por la institución social. A través
de un laberíntico recorrido histórico-transferencial
y a través de los estratos
de la psique, se produce la autoalteración
del analizando. Todo análisis debiera
llegar a un punto crucial: la mortalidad. Dejar
de ser quien se era para devenir otro, alteridad en
el ser que implica la muerte de quien se era, destitución
del amo narcisista, sea en el Otro, sea en la psique
del sujeto. Esta autoalteración es también
efecto de la alteración de la relación
entre las instancias psíquicas, es decir, de
la relación del Yo
con los Ideales,
con el Superyó,
con las pulsiones y deseos que anidan en el Ello.
El Yo debe poder tomar contacto - debe poder dejarse
alcanzar - con los elementos de las otras instancias
de la psique - fantasmas, deseos, pulsiones, etc.
- para reflexionar sobre ellos y decidir en la medida
de lo posible.
No es ni más ni menos que lo que se produce
en la demanda realizada al paciente de que asocie
libremente, que libera dichos elementos, sobre los
cuales el Yo debe
volver. Lo que en realidad
ocurre, es que en dicha operación se va produciendo
la creación de una nueva instancia de la psique,
finalidad del Psicoanálisis. Dicha instancia
es una actividad incesante de reflexión sobre
los productos de la psique - inclusive sobre el propio
Yo, sus defensas,
su mundo identificatorio. Castoriadis la denomina
subjetividad reflexiva
y deliberativa.
Esta emergerá como producto de pensar al Psicoanálisis
como actividad práctico-poiética: es
actividad por el movimiento incesante de trabajo sobre
los productos de la psique, sus formaciones del inconsciente,
la asociación libre, el análisis de
los sueños, etc. Y es poiética
porque es creadora: creadora de elementos nuevos
(representaciones, afectos, actos) y de alteraciones
al interior del aparato psíquico y de éste
con el mundo, destituyendo significaciones imaginarias
individuales, e instituyendo nuevas.
V. Reintroducción de
lo que fue expulsado del Psicoanálisis. Porque
Castoriadis reintroduce en el Psicoanálisis
aquello que denuncia que fue expulsado de éste.
La sociedad y la historia,
la imaginación, el pensamiento. Reintroducir
estos temas produce un vuelco decisivo para el Psicoanálisis,
para la praxis psicoanalítica y para toda teoría
del sujeto.
VI. El inconsciente y el Otro. Alienación
y autonomía. Psique y sociedad no pueden separarse:
la psique no puede existir sin el sentido aportado
por la sociedad, mediante la ruptura y la separación
a la que la socialización la somete. Ruptura
de un estado monádico
originario. Mónada psíquica que
es el primer estrato de la psique, y que, si bien
queda virtualmente expulsada de ésta, imanta
su funcionamiento, ya que empuja a la búsqueda
de totalidad y mismidad. Reino de la locura totalitaria-identitaria,
en la que Castoriadis ve la fuente psíquica
del totalitarismo, el racismo, la xenofobia. La
sublimación y el proceso identificatorio son
las interfaces entre la psique y la sociedad. La
sociedad no puede existir sin la sublimación,
la psique no puede sobrevivir sin el sentido ofrecido
por la sociedad mediante las SIS. La creación
social en cada momento histórico - a través
del imaginario social instituyente - de objetos
obligados para la sublimación y
de modelos identificatorios
mediante las SIS, hace al entramado social,
al incorporar los sujetos las SIS reproduciendo así
un orden social. Pero el imaginario
radical liberado cuestiona dichas significaciones,
abriendo el tiempo de alteración y creación
en lo sociohistórico.
Por lo tanto, la idea de Lacan de que el Inconsciente
es el discurso del Otro (Otro que es una creación
del colectivo, del imaginario social instituyente),
a partir de Castoriadis será redefinida como
un momento de alienación estructurante de la
psique, (lo que en Piera Aulagnier se denomina como
violencia primaria), que descentra al sujeto de su
mundo monádico, produciendo un sentido perdido
irremediablemente.
Sucesivos momentos de estructuración (correspondientes
a la conformación de la psique durante la infancia)
si bien implican un movimiento inicialmente de alienación,
siempre estarán abiertos a la recomposición
que la psique realice a partir de su imaginación
radical. Esta, que también se encuentra en
el Yo del sujeto, posibilitará una relación
con ese Otro que habita al sujeto desde su Inconsciente
- pero impregnando toda la psique - , que le permita
al sujeto ubicarlo primeramente como un discurso que
es de Otro, para luego establecer una relación
de autonomía (nunca plena) con éste.
Tal es, ni más ni menos, la operación
que realiza el Psicoanálisis: una toma de contacto
con enunciados, deseos, etc. que habitan la psique
del sujeto, y también de producciones propias
(fantasmas) que se le han hecho ajenos, y finalmente,
una toma de contacto con una historia no vivida como
tal. Esta es la base a partir de la cual pensar a
la subjetividad reflexiva y deliberativa. Algo que
va más allá de un sujeto socializado.
Es lo que permite pensar en una posición de
autonomía.
Esta posición de Castoriadis
tiene profundas consecuencias para el Psicoanálisis,
para todo pensamiento sobre la sociedad, la historia
y el sujeto, y para todo pensamiento y actividad políticos.
Esto es porque – insisto - la alienación
nunca podrá ser considerada como absoluta.
Es un momento estructurante de la psique (que abarca
los primeros años de vida, pero sobre los cuales
se montará posteriormente – y esto es
fundamental – todo el mundo instituido, mediante
el proceso identificatorio), de sometimiento al discurso
emitido por el Otro, que funda el Inconsciente, pero
con el cual podrá establecerse una relación
que no sea exclusivamente
de desconocimiento. Esto ubica a Castoriadis en un
lugar diferenciado del estructuralismo, de todo pensamiento
posmoderno, finalmente, de toda idea de una psique
sin sujeto, o que reduzca la cuestión del sujeto
al denominado “sujeto del Inconsciente”.
VII. Crítica de la idea
de sujeto de la falta. Porque en el origen
estará la presencia de un estado monádico,
la idea de falta queda subsumida al deseo de recuperación
de ese estado. Esta postura permite recuperar la importancia
del origen, de lo que está antes del llamado
Complejo de Edipo, la importancia del lazo con el
objeto asistente. La falta del objeto será
entendida por Castoriadis como una contingencia más
de éste. Son constituyentes tanto la presencia
como la ausencia, no hay un privilegio del objeto
perdido. La castración podrá así
ser entendida como ligada a la pérdida de la
completud (originaria, relativa al estado de reposo
del bebé), que querrá ser permanentemente
recuperada, tanto por la psique como por la sociedad
(es la fuente psíquica del racismo). Esto tiene
enormes consecuencias para la práctica, ya
que es coherente con el concepto de imaginación
radical, de creación. Y crea una ruptura con
buena parte del pensamiento filosófico reinante
durante y siglo XX y hasta hoy, ruptura que aparece,
entre otros y por momentos, en el pensamiento de Gilles
Deleuze, pero que en Castoriadis queda ligado a la
idea de rescate del sujeto y de la autonomía
y la creación.
VIII. Crítica de la
institución psicoanalítica. Porque
dos modelos de la institución psicoanalítica
son denunciados por Castoriadis: el burocrático
y el totalitario, que se complementan y que coadyuvan
a la miseria del Psicoanálisis, que deviene
en un método adaptacionista al negar la dimensión
de lo histórico social.
Se opone a toda práctica del análisis
ligada a reglas fijas, burocráticas, o de todo-vale,
estando puesto el acento en la disolución de
la transferencia. El modelo burocrático se
basa en el análisis didáctico - fuertemente
cuestionado por Castoriadis por producir una sociedad
de castas - en el cual el analista no puede ser puesto
en cuestión porque afecta todo el dispositivo
institucional. En caso de no poder considerarlo como
analista o si no realizara adecuadamente su tarea,
surgirían las cuestiones de cómo es
que habría sido promovido a dicha función,
quién lo autorizó, cómo sostener
entonces un mecanismo de devenir psicoanalistas basado
fundamentalmente en dicho análisis, etc.
Por otra parte, dicho modelo de institución
promueve el estudio de técnica psicoanalítica,
idea también cuestionada por Castoriadis, para
quien no se trata de una técnica, sino de praxis,
mientras que tampoco se trata de teoría, sino
de elucidación. Sus críticas para el
modelo totalitario se centran en que sigue los fines
de una repetición perpetua de un dogma, y en
la asimilación del dispositivo analítico
a la relación maestro-discípulo, pero
además impregnada de un lazo de abyección
y
desprecio.
El primer modelo se compadece con el modo de funcionamiento
propuesto desde la IPA,
y el segundo a la Escuela
Freudiana de París, en su momento disuelta
por su fundador, J. Lacan. Hacia éste último
realizará la más profunda crítica
que jamás se halla realizado sobre él,
tanto en lo referido al modo institucional, como a
cuestiones puntuales de su teorización. El
mismo Castoriadis participó del seminario de
Lacan hasta el cisma producido en la
Escuela Freudiana de París, referido
a la cuestión del pase, hacia 1968, siendo
uno de los miembros fundadores del Cuarto
Grupo de París, conjuntamente con Piera
Aulagnier entre otros. Esta última realizará
un minucioso análisis de la forma institucional
creada por Lacan, que la llevará a desarrollos
por entero originales, retomados por Castoriadis en
El psicoanálisis,
proyecto y elucidación.
El análisis de las formas del poder en las
instituciones psicoanalíticas que surge de
dichos textos es de una profundidad y actualidad notables,
echando luz, además, sobre cuestiones cruciales
de la práctica analítica - como la transferencia-,
la teoría, y la formación de analistas.
Esto conduce al próximo punto, ya que la propuesta
de Castoriadis para las instituciones psicoanalíticas
tiene profunda relación con la cuestión
de la autonomía, pensada en este caso como
colectividad de adultos autónomos y responsables.
Implica la recuperación de la capacidad instituyente
mediante la liberación de la imaginación
radical y el trabajo reflexivo y deliberativo sobre
sus productos. Recuperación que se dará
a través de distintas prácticas tanto
en el sujeto (como expresión de la imaginación
radical de la psique) como en las instituciones y
la sociedad (como expresión del imaginario
social instituyente). Esto lleva a trabajar
alrededor de la pregunta de cómo recuperar
dicha dimensión instituyente.
IX. Psicoanálisis y
proyecto de autonomía. Porque Castoriadis
intenta delimitar las fuentes y fines de la autonomía.
A nivel individual, social, del pensamiento y del
Psicoanálisis. Autonomía en la psique
es lo que forma parte del proyecto
psicoanalítico, la desalienación
- si hay un deseo del analista, es que sus pacientes
se desalienen -, instaurando otra relación
entre las instancias de la psique.
Donde el Ello
era, el Yo debe
advenir. Pero también donde el Yo
era, el Ello debe
hallar un lugar. En el pensamiento, la autonomía
se expresa como interrogación ilimitada, apelando
a un nuevo modo de la lógica,
la lógica de los magmas, que implica
establecer una relación no excluyente entre
la racionalidad y la imaginación, entre la
determinación y la indeterminación.
A nivel de la política, su propuesta es de
creación de sociedades autónomas, proclamando
que el marxismo ha sido sólo un capítulo
del proyecto de la autonomía. Autónomas
en el sentido de saberse creadoras de su propia ley,
para lo cual es necesaria la puesta en acto de la
democracia como régimen, eliminando los imaginarios
de la delegación y de la representación,
y estableciendo a la política como una actividad
en la cual los medios no deben estar separados de
sus fines, ocupando por lo tanto los mecanismos de
democracia directa un papel fundamental.
Volviendo sobre el punto anterior y extendiendo las
ideas políticas de Castoriadis: una institución
psicoanalítica debe contener mecanismos de
democracia directa - acceso por sorteo o elección
a instancias directivas, obligatoriedad de pasar por
los distintos estamentos de la institución,
revocación de mandato, rendición de
cuentas, asambleas etc. -, de revisión y análisis
permanente de su legalidad, de elucidación
de su proyecto como colectivo.
Podríamos retomar una
idea de Castoriadis, extendiéndola a la institución:
allí donde no había
Nadie, debe devenir un
Nosotros.
Allí donde existe el poder de creación
del colectivo, debe advenir el accionar lúcido
del mismo, para apropiarse de dicho poder, que si
no, se apodera de éste. Tanto como donde el
Ello estaba el Yo
debe advenir, para apropiarse de su potencia
creadora, nunca para sofocarlo o desecarlo. Se
trata, en suma, de tener otra relación, sea
que se trate del sujeto o del colectivo social, con
sus respectivos destinos.
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