Baricco
comienza su libro diciéndonos que, aunque no
parezca, Los Bárbaros
es un libro. Un libro de ensayos: tentativa de pensar,
escribiendo. Y lo que intenta es pensar las mutaciones
que él y cada uno de nosotros vivimos cotidianamente.
Metamorfosis cultural que, sobre el horizonte de la
tradicional cultura occidental burguesa que vive esta
experiencia como una herida mortal, se monta un nuevo
modo de pensar al sujeto.
Como en las invasiones bárbaras originales,
que marcaron una fuerte transición en la historia,
en este texto Baricco plantea que los bárbaros
no son lo absolutamente distinto, saben qué
van a buscar, conocen el terreno que invaden y su
lógica no es la destrucción sino el
cambio. Esa será la hipótesis que va
dando forma e intenta responder en los distintos artículos.
Sostendrá, a lo largo de sus reflexiones,
que la cultura regida por el pensamiento del esfuerzo
y de las profundidades parece dejar lugar, parafraseando
al mundo Google, a un rápido movimiento de
navegación (surfing, dirá él)
por la red, por la superficie; navegación por
los conocimientos y diseño de experiencias.
Y defenderá la idea que esta mutación
no implica en absoluto la pérdida de sentido,
sino el advenimiento de otro paradigma.
Escritor, dramaturgo y musicólogo, buscará
los rastros que van dejando los bárbaros en
diversos campos de la cultura: el de los libros y
el escribir hoy, el de la música e, italiano
al fin, el de los vinos y el fútbol.
Como con las originales invasiones bárbaras,
la actual marca el estallido de un pasado regido por
el individualismo sublime, dando lugar al protagonismo
de la experiencia y la velocidad.
En la “Gran Muralla China” –hermosa
alegoría que Baricco elige como epílogo
y que escribe luego de caminar sobre ella por un día
entero- plantea claramente el encierro de una civilización
que se niega a ver que los bárbaros ya están
adentro, que están con nosotros, que somos
nosotros. No merodean más allá de los
límites de una cultura tradicional, profunda
y culta que se defiende, sino que perforan esa muralla,
“atacando” las actuales instituciones
de la cultura, es decir, lo instituído como
tal.
Porque los bárbaros no vienen de afuera, ni
de lejos: son parte de la sociedad misma y son una
mutación en su proceso de crecimiento. Porque
si ese devenir mutante no fuera posible, solo nos
quedaría un futuro de anquilosamiento y muerte.
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